Monday, September 12, 2005

El Negocio del Cerebro

Los cambios en el mercado mundial: El negocio del cerebro
The Economist
Publicado en El Mercurio, 12.09.05

Las universidades apuntan cada vez más a la diversidad, globalización y competencia para captar a más "clientes". Además, están reformulando sus sistemas de financiamiento. Para las personas de una determinada edad, y con un trasfondo educacional, es difícil pensar en una educación superior sin considerar instituciones ancestrales. De hecho, algunas universidades tienen una edad venerable -la Universidad de Bolonia fue fundada en 1088, la Universidad de Oxford en 1096- y muchas de ellas poseen un fuerte sentido de la tradición. Las que son verdaderamente antiguas tienen el mayor pedigrí, y aquellas más recientes trabajan duro para crear una aureola de antigüedad. Pero estas instituciones amantes de la tradición -o creadoras de ella- enfrentan una tormenta de cambios tan fundamentales, que incluso algunos dicen que es la misma idea de universidad la que se está desafiando. Las universidades están experimentando con nuevas maneras de financiamiento -lo más notorio es a través de honorarios de estudiantes-, forjando sociedades con las empresas privadas y uniéndose en fusiones y adquisiciones. Esto está sucediendo por cuatro razones. La primera es la democratización de la educación superior: "masificación" en el lenguaje de la profesión educativa. En los países ricos, la masificación ya lleva un tiempo. En los países de la OCDE, la proporción de adultos con calificaciones educacionales prácticamente se ha doblado entre 1975 y 2000, desde 22% hasta 41%.Sin embargo, la mayoría de los países aún están luchando para digerir este enorme crecimiento en los números. Y ahora la masificación se está esparciendo al mundo en desarrollo. China dobló su proporción de estudiantes a finales de los 90, e India está tratando de seguirla. La segunda razón es el alza de la economía del conocimiento. El mundo está sufriendo los apretones de una "revolución suave", en que el conocimiento está sustituyendo a los recursos físicos como el principal conductor del desarrollo económico. La OCDE calcula que entre 1985 y 1997 la contribución de industrias basadas en el conocimiento al valor agregado total aumentó desde 51 hasta 59% en Alemania, y desde 45 hasta 51% en Inglaterra. Las mejores empresas ahora están dedicando al menos un tercio de su inversión a las cosas intangibles de conocimiento intensivo, como investigación y desarrollo, licencias y marketing. Las universidades están entre los motores más importantes de la economía del conocimiento. No sólo son ellas las que producen a los cerebros que trabajan, sino que también proporcionan gran parte de su espina dorsal, desde laboratorios hasta bibliotecas, y a redes de computación. El tercer factor es la globalización.El número de personas de países de la OCDE que está estudiando fuera de sus países de origen se ha doblado en los últimos 20 años; 1,9 millón de universidades están abriendo campus alrededor del mundo, y un creciente número de países están tratando de hacer de la educación superior una industria de exportación.La cuarta razón es la competencia. Las universidades tradicionales se han visto forzadas a competir por estudiantes y contribuciones de investigación, y las compañías privadas están tratando de irrumpir en un sector considerado "el nuevo cuidado de la salud". El Banco Mundial calcula que el gasto mundial en educación superior significa US$ 300 mil millones al año, o un 1% de la producción económica mundial. Hay más de 80 millones de estudiantes en el mundo, y hay 3,5 millones de personas cuyo trabajo es enseñarles o cuidarlos.EnemigosTodo esto suena como si hubiera llegado la era dorada de las universidades. Pero especialmente dentro de la academia en Europa no lo sienten así.Los académicos reclaman por "la declinación del dominio donnish" (el título de un libro de A.H. Halsey, un sociólogo), y los administradores están entrampados en intercambios de mal talante con políticos que los financian. ¿Qué ha salido mal?El mayor problema es el rol del Estado. Si más y más gobiernos están abrazando la masificación, pocos de ellos están deseosos de dibujar la conclusión apropiada de su entusiasmo: que ellos debieran proveer los fondos de requisito -como lo hacen los escandinavos- o permitir que las universidades cobren aranceles realistas. Muchos gobiernos están tratando de acotar el círculo a través de administraciones más exigentes, pero la administración no puede hacer nada si no tiene recursos. En tanto, los sueldos académicos están declinando cuando se miden en relación con trabajos similares en otras partes, y los edificios y las bibliotecas se están deteriorando cada vez más.En megainstituciones como la Universidad de Roma (180.000 estudiantes), la Universidad Nacional de México (200.000 y más), y la Universidad de Anadolu en Turquía (530.000), la atención individual a los estudiantes está terminando.Y el conservadurismo innato de la profesión académica no ayuda. La universidad moderna nació en un mundo muy distinto al que existe hoy, donde sólo un pequeño porcentaje de la población tenía acceso a la educación superior; aun así, muchos de los académicos han estado renuentes a aceptar permisividades por la masificación.Las universidades italianas, por ejemplo, todavía insisten en que todos los estudiantes deben experimentar un examen oral de un profesor, que dura en promedio cerca de cinco minutos.¿Hay algo que se pueda hacer? Los tecno-utópicos creen que la educación superior está preparada para una revolución.La universidad, dicen, es una institución desesperadamente anticuada, unida a prácticas anticuadas como tertulias y lecturas, e incapaz de servir a un mundo nuevo de audiencias de masas y de la información justo a tiempo. "En treinta años más, los grandes campus universitarios serán reliquias", dice Peter Drucker, veterano gurú de la administración."Considero que la universidad norteamericana de la investigación de los últimos 40 años será una falta", señala. Afortunadamente, en su opinión, la ayuda está en camino bajo la forma de tuición en internet para universidades con fines de lucro.Los conservadores culturales, por otra parte, creen que la mejor forma de futuro es la anterior. Las dos reglas principales de la política moderna de educación superior -democracia y utilidad- son "degradaciones del dogma académico", pidiéndole prestada una frase a Robert Nisbet, otro sociólogo.Ellos creen que no es apropiado gastar en educación superior en aquella gente que preferiría estudiar "Seinfeld" en vez de Sócrates, y es deshonesto confundir la búsqueda de la verdad con la búsqueda de utilidades.El argumento conservador se cae al primer obstáculoque se presenta: lo práctico. La ecuación superior rápidamente está yéndose por el camino de la educación secundaria: se está convirtiendo en una aspiración universal.La posición tecno-utópica es superficialmente más atractiva. Internet seguramente influirá en la enseñanza, y para las empresas con fines de lucro sacudirán un mercado moribundo. Pero hay límites.Hace un par de años, un reporte de Coopers & Lybrand afirmó que la educación online iba a eliminar dos de los grandes costos de la educación superior: "El primero es la necesidad de ladrillos e hipoteca; los campus tradicionales no son necesarios. El segundo es facultades a tiempo completo. El aprendizaje (online) sólo involucra a un pequeño número de profesores, pero tiene potencial para abarcar a un tremendo mercado de estudiantes". Eso no tiene sentido.El trato humano es mucho más vital en la educación superior que la alta tecnología.La educación no es sólo transmitir un cúmulo de factores, lo que internet hace bastante bien.Es acerca de aprender a argumentar y a razonar, lo que se aprende mejor en una comunidad donde participan estudiantes, algo que la red no puede entregar.Este estudio dice que el desarrollo más significativo en la educación superior es que ha emergido una súper liga mundial de universidades.Esto es revolucionario en el sentido de que esas instituciones miran al mundo entero como su escenario, pero también es evolutivo, en el sentido de que ellas aún están unidas al ideal de una comunidad de estudiantes que buscan combinar la enseñanza con la investigación.El problema para los creadores de políticas es cómo crear un sistema de una educación superior que tome en cuenta las demandas de excelencia y acceso de masas, que deje espacio para las universidades mundiales de elite y que también abastezca a una gran cantidad de estudiantes promedio, que explotan las oportunidades proporcionadas por la nueva tecnología, mientras también reconoce que la educación requiere de un trato humano.Mientras eso sucede, ya poseemos un exitoso modelo de cómo organizar la educación superior: Estados Unidos. Ese país casi tiene un monopolio de las mejores universidades del mundo, pero también proporciona acceso a la educación superior para la masa que se lo merece.El éxito de la educación superior norteamericana no es sólo el resultado del dinero (aunque ayuda); es el resultado de la organización.Las universidades norteamericanas son mucho menos dependientes del Estado de lo que son sus competidores en el exterior. Obtienen sus ingresos de una variedad de fuentes, desde los aranceles que pagan los estudiantes hasta nostálgicos ex alumnos, desde empresarios hasta generosos filántropos. Y vienen en una amplia variedad de formas y tamaños, desde Princeton y Yale al college comunal Kalamazoo.Este estudio ofrecerá dos partes de un solo consejo para los países que están intentando crear sistemas exitosos de educación superior, ya sean novatos como India y China, o aquellos que fallaron como Alemania e Italia.Lo primero, diversificar las fuentes de ingresos. El negocio con el Estado ha resultado ser un pacto con el diablo.En segundo lugar: deje que florezcan cientos de academias. Las universidades, incluyendo las con fines de lucro, tendrán que competir por clientes.Una economía sofisticada necesita una amplia variedad de universidades que persigan una amplia variedad de misiones en las que enfocarse.Estos dos principios se refuerzan entre sí: mientras más se contraiga el sol del Estado, más florecerá una variedad educacional.El éxito de la educación superior norteamericana no es sólo el resultado del dinero (aunque ayuda); es el resultado de la organización.

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